Un total de veintidós ciudades del país formaron parte de un estudio desarrollado por el Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE) de la U. de Chile y el Centro de Inteligencia Territorial (CIT) de la U. Adolfo Ibáñez, con financiamiento FONIDE del Ministerio de Educación, que analizó el acceso de los escolares a establecimientos educacionales efectivos. Las ciudades estudiadas fueron Iquique–Alto Hospicio, Antofagasta, Calama, Copiapó, La Serena–Coquimbo, Gran Valparaíso, Quillota–La Calera, San Antonio–Cartagena, Rancagua–Machalí, Curicó, Talca, Chillán–Chillán Viejo, Gran Concepción, Los Ángeles, Temuco, Osorno, Puerto Montt–Puerto Varas, Coyhaique, Punta Arenas, Gran Santiago, Valdivia y Arica.
El estudio será presentado el lunes 12 de septiembre, en un seminario organizado por el CIAE y el CIT que se realizará en la Casa Central de la U. de Chile.
El estudio construyó un Índice de Acceso a Escuelas Efectivas (IAEE), que considera el acceso potencial a escuelas efectivas, definidas en la investigación como aquellas donde más del 30% de los alumnos está en nivel adecuado en Simce 4° básico de Lenguaje y Matemáticas. Este índice además considera en este cálculo, la disposición a desplazarse de los estudiantes según edad y grupo socioeconómico. “Esto nos permite medir el potencial de oportunidades que tienen los niños de acceder a buena educación desde temprana edad”, explica el investigador principal del proyecto, Patricio Rodríguez, del CIAE.
El experto agrega que “durante los primeros años de escolaridad, la cercanía al establecimiento educacional es crítica, especialmente para aquellos estudiantes de grupos medios y vulnerables, puesto que si están rodeados sólo de escuelas de bajos estándares, casi con certeza los niños pobres en esos barrios asistirán a esos establecimientos, generando un círculo vicioso de fracaso escolar. Así, en la práctica, las familias pobres solo pueden escoger entre establecimientos de bajos estándares y no existe libertad de elección para ellos”.
El análisis encontró que las ciudades con un menor acceso para los niños de menores recursos son San Antonio (71%), Gran Valparaíso (62,6%), Antofagasta (52,5%), Iquique y Alto Hospicio (41,8%), Chillán y Chillán Viejo (37,8%), Gran Santiago (32,6%), Arica (28,5%), y Quillota-La Calera. En todas ellas, más del 25% de estudiantes pertenecientes a los GSE D y E se ubican en el tramo con peor accesibilidad a establecimientos efectivos.
“En general, lo que ocurre es que las escuelas efectivas se concentran en zonas específicas de la ciudad, como el centro histórico y los barrios de altos ingresos, que además tienen una baja densidad de población en edad escolar, mientras que, por el contrario, hay pocas escuelas de alto estándar en aquellas zonas donde hay más población en edad escolar, pobre y vulnerable, haciendo insuficiente la oferta para estos grupos. Para efectos de política pública, sería importante priorizar las ciudades donde hay una mayor inequidad”, acota Ricardo Truffello, del CIT.
Otras siete ciudades —Osorno (24,9%) , el Gran Concepción (22,9%), Los Ángeles (22,1%), Copiapó y Tierra Amarilla (20,1%), Coyhaique (18,1%), Calama (12,3%) y Punta Arenas (11%)— figuran entre las urbes con una situación intermedia de acceso.
No obstante, existe un grupo de ciudades que tienen menos del 10% de los niños más pobres en zonas de bajo acceso a escuelas efectivas. Estas son Curicó (9,7%), Temuco y Padre Las Casas (8,9%), Valdivia (8,7%), Rancagua y Machalí (8,1%), la conurbación de La Serena y Coquimbo (2,6%), Talca (0,9%), y Puerto Montt y Puerto Varas (0,2%). En estas localidades, las zonas con bajo acceso a escuelas efectivas están en general muy acotadas dentro de cada ciudad y poseen una baja densidad de estudiantes. “Son ciudades más equitativas, y que tenemos que cuidar”, subraya Rodríguez.
Sobre el estudio
El estudio analizó 3.159 establecimientos del país que tienen educación básica y presentan resultados en alguna medición SIMCEentre los años 2002 y 2013.
En él, se calcularon las capacidades de todos aquellos establecimientos que cumplen con la condición de tener un umbral mínimo del 30% de estudiantes con un estándar “adecuado” en Simce, de acuerdo a la Agencia de la Calidad. Para ello, se tomó el máximo de la suma de vacantes anuales de los últimos 10 años de 1° a 4° básico, para tener una mejor estimación del número máximo de cupos que pueden ofrecer establecimientos.
Para estimar la demanda, se tomó en cuenta la cantidad de niños por manzana entre 7 y 10 años según el Censo 2012.
Asimismo, la disposición a desplazarse según cada nivel socioeconómico se calculó en base a los desplazamientos reales de los estudiantes. Esta disposición varía, dependiendo de cada ciudad analizada. Así, por ejemplo, nos encontramos con el caso de Puerto Montt y Puerto Varas, que si bien presentan concentración geográfica de establecimientos efectivos, los indicadores resultan más equitativos dado que la gente está más dispuesta a desplazarse más distancias.
La gran conclusión del estudio es que “el territorio es una dimensión crítica para abordar las políticas educativas orientadas al mejoramiento de la calidad de la educación para los niños y que estos análisis han estado ausente de la política educativa hasta hoy. Logramos identificar zonas de concentración de escuelas efectivas para cada una de las ciudades, dando cuenta la inequidad educativa de las ciudades revelando una verdadera la geografía de las oportunidades educativas”, concluye Rodríguez.
Para acceder a esta información y trabajar de manera óptima con los datos abiertos y Big Data, los investigadores utilizaron tecnologías de Microsoft, como la nube Azure, para el cómputo y almacenaje de los datos; Machine Learning, para descifrar información que es más compleja; y Cortana Analytics, para transformar los datos obtenidos en toma de decisiones más acertadas.
Fuente: Comunicaciones CIAE